Al final, terminaremos por rebajar
las viejas cumbres de los cerros
para que vean de cerca
la desnudez de tu cuerpo,
sin que tengan que pararse
sobre la punta de los pies.
Espantar la aparecida camanchaca
o desviarse sin rumbo
por las carreteras de la cibernética
en busca de la tierra prometida.
Esperando hallarte en contra del viento
donde mantienes todavía en celo
tu escurridizo ombligo,
el último baluarte de caza
que nuestros antepasados no enterraron
lunes, 2 de mayo de 2011
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Gracias José por mantener mi poesía actualizada.
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