Revista de Poesía. Número 58. Diciembre de 2011.
DIECIOCHO GRANDES
POETAS
CONTEMPORÁNEOS
EN LENGUA ESPAÑOLA
Selección de:
José G. Martínez Fernández
PALABRA ESCRITA: LA REVISTA POÉTICA DE MÁS LARGA
TRAYECTORIA EN LA HISTORIA DE LA POESÍA CHILENA.
He aquí dieciocho poetas de habla hispana que han hecho de su
palabra un verdadero paradigma de belleza.
Constituyen ellos una presencia vital en la poética de la lengua
de Cervantes y de Lope. Verdaderos cultores de lo que la vida da (amor,
tragedia, erotismo, muerte y todas las marcas que natura puso en hombre y en
mujer) ya forman parte, en mayor grado unos y en menor grado otros, de la
historia de la poesía que se ha hecho en nuestro hermosísimo idioma en la época
más reciente, la contemporánea.
Hay aquí poetas en plena creación. Y hay poetas que ya se han
ido de este espacio sudoroso que es la vida.
Los poemas que aquí se incluyen figuran ya en muchas antologías
y en diversas revistas –tanto impresas como digitales- para deleite de la
sensibilidad de los seres humanos que aún respiran y que tienen ese don
singular de creer en la poesía como en su piel misma.
Escribir es amar y es odiar…Es estar cerca del cielo (eso tan
citado y no ubicado) y del infierno (otro ente nombrado y tampoco conocido)…
Los dieciocho poetas que constituyen este número de PALABRA
ESCRITA son autores que han entrando a la historia literaria o están en vías de
hacerlo, ya sea por estos poemas o por
otros que andan por los espacios digitales o de papel o en otros medios.
PALABRA ESCRITA, la revista impresa de más larga trayectoria en
la historia de la poesía chilena, presenta a este grupo de poetas inolvidables.
José G. Martínez Fernández.
Luis Rosales (español, 1910-1992)
CANCIÓN DE LA NIEVE QUE UNIFICA AL MUNDO
Somos hombres, Señor, y lo viviente
ya no puede servirnos de semilla;
entre un mar y otro mar no existe orilla;
la misma voz con que te canto miente.
La culpa es culpa y oscurece el bien;
sólo queda la nieve blanca y fría,
y andar, andar, andar hasta que un día
lleguemos, sin saberlo, hasta Belén.
La nieve borra los caminos; ella
nos llevará hacia Ti que nunca duermes;
su luz alumbrará los pies inermes,
su resplandor nos servirá de estrella.
Llegaremos de noche, y el helor
de nuestra propia sangre Te daremos.
Éste es nuestro regalo: no tenemos
más que dolor, dolor, dolor, dolor.
Yolanda Bedregal (boliviana, 1916-1999)
RESACA
Cuando ya la resaca
deje mi alma en la playa,
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongará el instante.
Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,
dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.
¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!
Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.
Expían su demora presencias nunca halladas.
No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto
de salvajes ternuras. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonda los abismos.
Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.
Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa lágrima del Mar celeste urna.
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongará el instante.
Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,
dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.
¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!
Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.
Expían su demora presencias nunca halladas.
No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto
de salvajes ternuras. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonda los abismos.
Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.
Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa lágrima del Mar celeste urna.
José Hierro (español, 1922-2002)
ALEGRÍA
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.
Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía.)
Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.
Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.
Juan Gonzalo Rose (peruano, 1928-1983)
MARISEL
Yo recuerdo que tú eras
como la primavera trizada de las rosas,
o como las palabras que los niños musitan
sonriendo en sus sueños.
Yo recuerdo que tú eras
como el agua que beben silenciosos los ciegos,
o como la saliva de las aves
cuando el amor las tumba de gozo en los aleros.
En la última arena de la tarde tendías
agobiado de gracia tu cuerpo de gacela
y la noche arribaba a tu pecho desnudo
como aborda la luna los navíos de vela.
Y ahora, Marisel, la vida pasa
sin que ningún instante nos traiga la alegría...
Ha debido morirse con nosotros el tiempo,
o has debido quererme como yo te quería.
Alfonso Carreño (español, 1932-1988)
MIENTRAS AGONIZO
A la vera de nunca
calendarios ajenos
deslíen los confines
de mis sentidos, hechos
el último cansancio
desnudado del cuerpo.
Briznas de otras sustancias
me germinan adentro
horas que van dejando
de ser en su comienzo.
Y algunas manos, como si acordaran
inexorablemente que no puedo
seguir estando, entornan
mis párpados desiertos
y ocultan a estos ojos gustativos
la hospitalaria suavidad de un techo.
Óscar Hahn (chileno, 1938)
ESO SERÍA TODO
Te estoy haciendo un destino aquí mismo.
Lo estoy dibujando en las alas de un pájaro.
Lo estoy pintando en la pared de mi cuarto.
Ahora el pájaro vuela con furia,
ahora lanza su grito de guerra
y se dispara contra la pared.
Sus plumas están flotando en el espacio.
Sus plumas mojándose en su sangre.
Coge una y te escribe este poema.
Lo estoy dibujando en las alas de un pájaro.
Lo estoy pintando en la pared de mi cuarto.
Ahora el pájaro vuela con furia,
ahora lanza su grito de guerra
y se dispara contra la pared.
Sus plumas están flotando en el espacio.
Sus plumas mojándose en su sangre.
Coge una y te escribe este poema.
José Watanabe (peruano, 1945-2007)
POEMA DEL INOCENTE
Bien voluntarioso es el sol
en los arenales de Chicama.
Anuda, pues, las cuatro puntas del pañuelo sobre tu cabeza
y anda tras la lagartija inútil
entre esos árboles ya muertos por la sollama.
De delicadezas, la del sol la más cruel
que consume árboles y lagartijas respetando su cáscara.
Fija en tu memoria esa enseñanza del paisaje,
y esta otra:
de cuando acercaste al árbol reseco un fosforito trivial
y ardió demasiado súbito y desmedido
como si fuera de pólvora.
No te culpes, quién iba a calcular tamaño estropicio!
Y acepta: el fuego ya estaba allí,
tenso y contenido bajo la corteza,
esperando tu gesto trivial, tu mataperrada.
Recuerda, pues, ese repentino estrago (su intraducible belleza)
sin arrepentimientos
porque fuiste tú, pero tampoco.
Así
en todo.
Juan Cobo Borda (colombiano, 1948)
POÉTICA
¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a
un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué heridas cura?
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué heridas cura?
José Martínez Fernández (chileno, 1949)
LOS ARQUITECTOS DE LA MUERTE
Han ascendido a la luz de tus ojos
los que construirán tu cuerpo en inercia
para ser reposado en la tierra.
Estoy viéndolos.
En tus niñas se mecen los últimos silbidos.
Los arquitectos de la muerte
subirán tu hermosura a los cielos
y así como una gigante copa
te derramarán en la arena entonando aromas.
Serás una piedra huesuda
flotando en los mares del olvido
cuando yo esté sepultado
junto a los tallos de las plantas.
Llanto se derramará en los mármoles.
Los mausoleos de sangre
continuarán ordenando el silencio grave.
Así, ahora, como los arquitectos de la muerte
florecen en el nido de tus pupilas,
así un día lejano coronado de canciones
los arquitectos de la vida
construyeron tu copa con flores.
Te irás entre el silencio y el llanto,
pero en mí, abeja en perfume te vas a quedar,
forcejeando el bien armado dolor de tu recuerdo.
Raúl Zurita (chileno, 1950)
DIÁLOGO DE CHILE
Verás un mar de piedras
Verás margaritas en el mar
Verás un Dios de hambre
Verás el hambre
Verás figuras como flores
Verás un desierto
Verás el mar en el desierto
Verás tu odio
Verás un país de sed
Verás acantilados de agua
Verás nombres en fuga
Verás la sed
Verás amores en fuga
Verás el poco amor
Verás flores como piedras
Verás sus ojos en fuga
Verás cumbres
Verás margaritas en las cumbres
Verás un día blanco
Verás que se va
Verás no ver
Y llorarás
Alina Galliano (cubana, 1950)
CONFIESO QUE HE...
Confieso que he
cambiado los ojos de mis días.
Hoy los dejo mirar incertidumbres a lo ya conocido,
les digo que no deben seguir a punto el Norte
y mucho menos el Sur que habitan los espejos
ni lo izquierdo al Oeste que marca paralelos,
tampoco han de ajustarse a un Este
sobre el eje de las constelaciones.
Los ojos de mis días deben vivir al margen
de lo que ya es sabido por magos y filósofos
o aquellos que recuerdan como leerle a las cosas antiguas
que caminan los cielos o las cúpulas,
sus secretos de aparentes ausencias
porque sus soledades saben estar a solas
sin que hayan manos que puedan contener
el tamaño del éxodo al oído o la tráquea.
Lámparas y campanas despiertan una porción a los sentidos
y evaporan la otra mitad que los contiene,
allí no existen los lugares para guardar memorias,
allí se coexiste sin retener imágenes
y el olfato es la única estructura que puede
definir las retinas a esferas de una palabra o nombre,
a juegos sobre el párpado que ciego se desdobla
y para recordarte te disuelve y te suelta
para al fin recogerte detrás de lo que pudiese
llamarte a la apariencia de lo que crees que eres.
Hoy los dejo mirar incertidumbres a lo ya conocido,
les digo que no deben seguir a punto el Norte
y mucho menos el Sur que habitan los espejos
ni lo izquierdo al Oeste que marca paralelos,
tampoco han de ajustarse a un Este
sobre el eje de las constelaciones.
Los ojos de mis días deben vivir al margen
de lo que ya es sabido por magos y filósofos
o aquellos que recuerdan como leerle a las cosas antiguas
que caminan los cielos o las cúpulas,
sus secretos de aparentes ausencias
porque sus soledades saben estar a solas
sin que hayan manos que puedan contener
el tamaño del éxodo al oído o la tráquea.
Lámparas y campanas despiertan una porción a los sentidos
y evaporan la otra mitad que los contiene,
allí no existen los lugares para guardar memorias,
allí se coexiste sin retener imágenes
y el olfato es la única estructura que puede
definir las retinas a esferas de una palabra o nombre,
a juegos sobre el párpado que ciego se desdobla
y para recordarte te disuelve y te suelta
para al fin recogerte detrás de lo que pudiese
llamarte a la apariencia de lo que crees que eres.
José Miguel Junco Ezquerra (español, 1951)
ALGUIEN IBA A NACER PERO NO SE ATREVÍA
Sacaba una manita por ver si el nuevo espacio
era algo parecido al refugio en que estaba.
Supo lo que era el frío y volvió a sus dominios.
Después puso el oído y el ruido que escuchaba
era no sólo extraño sino lleno de furia,
agorero funesto de huracanes torcidos,
antesala difusa de una dura batalla.
Sacó el ojo derecho, el ojo más curioso,
para tener un claro retrato de este mundo,
pero quedó impreciso por ser precipitado,
y no le gustó nada ni el color ni la forma.
Con un pie quebradizo pisó sobre la tierra,
y ya no tuvo tiempo de volverlo a su sitio,
ni dar un paso apenas en aquel laberinto.
Por las fosas nasales percibió al mismo tiempo
una tierna fragancia y el olor de la muerte.
Probó por fin el fruto del nuevo paraíso
y allí quedó atrapado sin voluntad alguna
y ya no dependiendo de su propio criterio.
Carlos
Ernesto García (salvadoreño, 1960)
EL DESCANSO DEL GUERRERO
Harto de todas las batallas
el guerrero tomó su espada
que hundió en la arena
y pensó:
Éste es un buen lugar
para la muerte.
Indiferente
cayó la tarde.
Nadie preguntó por el guerrero.
A nadie importó el lugar escogido
para el descanso.
Una tormenta de arena
se encargó de sepultarlo.
Abono no fue para la tierra
sino pasto para el desierto.
Amalia Bautista (española, 1962)
EL DOLOR
El dolor no humaniza, no ennoblece,
no nos hace mejores ni nos salva,
nada lo justifica ni lo anula.
El dolor no perdona ni inmuniza,
no fortalece o dulcifica el alma,
no crea nada y nada lo destruye.
El dolor siempre existe y siempre vuelve,
ninguno de sus actos es el último
y todos pueden ser definitivos.
El dolor más horrible siempre puede
ser más intenso aún y ser eterno.
Siempre va acompañado por el miedo
y los dos se alimentan uno a otro.
Marco Fonz de Tanya (mexicano, 1965)
EL PENSAMIENTO FEROZ DE ALGO PEQUEÑO
Cuando éramos bellos e inmortales y las moscas y
gusanos
estaban lejos de nuestra nítida visión de niños
sobre la tierra.
Cuando ella era un vestido en donde colgar los
sueños.
Cuando era ese grano sorprendido en la tortuga que
/viaja por galaxias.
Cuando nuestras manos eran ciegas y descarnadas
buscando miel y llanto
nuestros pies eran sombras lunares
mandadas a lavar con diosas y termitas
nuestros cuerpos eran el hueso
donde se regocijaban el perro o la rata.
Éramos todo eso y la tierra era joven y lejana.
Cuando teníamos la inocencia estúpida bajo las
axilas
y un monstruo de dos cabezas dormía en la misma
almohada.
Éramos tú y yo terribles insectos devoradores de
ideas, de silencios.
Cuando como brillo de un pensamiento o relámpagos
de sabia luz
existíamos incómodos buscando preguntas dentro del
sombrero,
dentro del conejo, dentro del mago.
Cuando éramos bellos e inmortales fuimos engañados,
entonces yo, era un imbécil confiado, y tú, gentil
y en silencio,
nos dimos de amantes contra el suelo.
ENVÍO A
DOMICILIO
Comprame un perro y no saques a pasear mi instinto animal.
Comprame un perro y un mantecol de esos bañados en chocolate;
sabés que el amor me deprime y el estómago reclama su consuelo.
Fijate si conseguís también el suplemento de cultura del día sábado
donde sale una nota a Boccanera que me pierde.
Bueno,
también me pierde Diego Rivera, Gardel y... Victor Sueiro.
Mandame todo con un cadete.
Sucede que perfecciono bestias en un hotel de paso,
canastos con flores
y vírgenes en las esquinas
Comprame un perro y no saques a pasear mi instinto animal.
Comprame un perro y un mantecol de esos bañados en chocolate;
sabés que el amor me deprime y el estómago reclama su consuelo.
Fijate si conseguís también el suplemento de cultura del día sábado
donde sale una nota a Boccanera que me pierde.
Bueno,
también me pierde Diego Rivera, Gardel y... Victor Sueiro.
Mandame todo con un cadete.
Sucede que perfecciono bestias en un hotel de paso,
canastos con flores
y vírgenes en las esquinas
Xavier Oquendo Troncoso (ecuatoriano, 1972)
LA CATÓLICA
Cristóbal:
repite conmigo la oración castellana
y que en las grandes olas la oración se repita.
Que puedas llegar hasta el fondo de este mundo sin fondo,
que no tiene vértice y que parece un huevo sin retorno.
Espero tus especias: las esencias prometidas
y esa transparente complicidad
que conspira entre nosotros.
Las joyas se van contigo hasta donde el mar las haga flotar.
Son finas piedras. Cuida de su recuerdo,
como he cuidado yo de tu locura.
Ve hasta las Indias y conquista esas matas de aromas.
Tráelas hasta donde su majestad
pueda olfatearlas.
Y después, vuelve a repetir la oración castellana.
Yo te estaré esperando toda esta vida de especias,
toda esta muerte de esencias.
Álvaro Solís (mexicano, 1974)
CLARIDAD
¿Dónde están las palabras cuando más se necesitan?
Hay palabras para vivir, tan necesarias como el aire
y uno se ahoga sin ellas, las busca
empuñando en la asfixia,
en lo oscuro y en la luz, aquello que todavía y hasta dónde
no ha sido dicho.
Una palabra para que el tiempo no se detenga,
ni nos deje olvidados en algún segundo de la hora.
Uno busca la palabra en los diccionarios,
en los inventarios de las tiendas de antigüedades,
uno busca en el silencio,
en el recuerdo, en la nostalgia de los días que vendrán,
la palabra que dé plenitud a la hoja en blanco,
la silenciosa, letra por letra,
llenando lo que es necesario decir y no es posible.
No es el afán de llenar los folios
con palabras inútiles que nada dicen,
o dicen por sí mismas lo que uno ni siquiera ha querido pensar.
Esta palabra, la que busco, incendia lo que toca, aun el agua.
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PALABRA ESCRITA.
Revista de Poesía.
Número 58.
Diciembre de 2011.
Director: José G.
Martínez Fernández.
Dirección: Carlos
Dittborn 0500, Block 55, Departamento 209.
Ñuñoa-Santiago de
Chile.
Teléfono celular:
09-91316993.
Versión impresa: 1.000 –mil-
ejemplares.
Hecha en Tacna, Perú.
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