Te cito con mayúscula siguiendo la tradición.
Desde muy joven no he creído en ti.
No podría haber un ser que diciendo amar
permitiera alguna muerte.
Peor aún ahora que veo que en una de tus iglesias
van a hacer misa por la muerte de una luz tan bella
de una ventana tan clara, de una rosa infinita.
Murió hace quince años.
Es decir se fue tan joven, tan rápida como los astros,
como las aves ágiles.
Yo supe tarde de su muerte.
Otro aviso de misa me contó esa historia
viendo hoy domingo 4 de noviembre
un diario veo que se cumplen quince años de su fin.
Tantos años ha que la muerte se llevó a esa bella.
Berta era como un montoncito de nubes límpidas.
Yo la conocí cuando era una niña.
Una frescura de amapolas...
cuando conversábamos de las simples cosas.
Era muy dulce y muy bella.
La muerte no tenía derechos sobre ella.
Yo he olvidado esas conversaciones
pero tengo en el pecho su voz y toda su belleza.
Mi amiga era muy hermosa cuando niña.
No supe más durante décadas hasta encontrarme con la noticia de su muerte.
Tan, tan bella...
esa niña de la Pacífico...
Ah...deberá estar en un sol, como ella,
toda la grandeza de mi amiga
Berta Ortíz Rivera.
(Poema escrito en unos minutos de este 4 de noviembre de 2012)
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