Llegaste a mi vida
con una inmensa herida.
Citacricé tus llagas.
Acaricié tu cabello.
Sacudí tu nombre
del polvo del olvido.
Hice en ti
mi mejor obra de amor.
Nos acariciamos
en el silencio de la noche.
No conocíamos
nuestros nombres,
bastaba solamente
que tú fueras mujer
y yo un hombre.
Para qué averiguar más
si para que haya amor
sólo basta con amarse.
La lujuria ya terminó.
Ya cesó el deseo.
Ahora solamente queda
una quietud crepuscular.
jueves, 12 de noviembre de 2009
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