jueves, 28 de agosto de 2014

PALABRA ESCRITA. Revista de Poesía. Número 63. Julio de 2014. (EDICIÓN VIRTUAL)



                                    Pablo


                        N    E    R    U    D    A


        Editorial, biografía básica, libros principales y deiciséis de sus poemas.


                                Textos y selección poética:


                                José G. Martínez Fernández





Editorial:

PABLO NERUDA: RAÍZ Y ÁRBOL DE LA GRAN POESÍA UNIVERSAL


Si la tierra es un mínimo espacio en el universo y si el universo, aún tan desconocido, es tan, pero tan amplio, el hombre se mueve en esta tierra, sin embargo, como si ella fuera lo más grande. Y lo es. Lo es para nosotros. Los habitantes del planeta que ya somos más de 7.000 millones. Esos 7.000 millones hablan centenas de idiomas y dialectos.
A muchos de esos hombres ha llegado la poesía de un chileno universal.
El más grande chileno del siglo veinte: Pablo Neruda.
Su poesía, echa de raíces, flores, amores, luchas, etc. han captado esas grandezas con todo el talento gigante y toda la emoción que el gran poeta proyecta en su obra.
Neruda murió en 1973, pero pareciera que no hubiera muerto.
Se le nombra en Chile, en el extranjero.
Es siempre un habitante de este lugar, de este mundo.
Decir que Neruda ha muerto es casi brutal.
¿Qué poeta grande muere?
Su poesía luminosa y asombrosa sigue viviendo en los tiempos.
En Chile, siendo el personaje más importante del siglo XX, se instala, también, en la larga historia de los hombres y mujeres más grandes desde la Conquista española hasta nuestros días.
Son tres los hitos mayores de esa historia.
1.- O'Higgins: el Libertador.
2.- Lautaro: el guerrillero mapuche que, a pesar de su etnia, es parte de la gran historia de Chile.
3.- Neruda: el poeta mayor.
Hay muchos otros grandes hombres de Chile.
Muchos.
Salvador Allende, Manuel Rodríguez, Caupolicán, Pelantaru, y tantos más.
Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de Pablo Neruda que vino al mundo con el nombre de Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, este número de PALABRA ESCRITA ha querido rendirle un pequeño homenaje en todas sus páginas.
Nunca deberá olvidarse al gran poeta.
Nunca se le olvidará.
La fuerza de su juego verbal hecho poesía, la maravillez de sus creaciones, nos tocan el corazón, fuerte, muy fuerte, como el oleaje en las rocas de mar.
En el 110 aniversario de tu nacimiento PABLO NERUDA queremos volverte a recordar.
Salud por siempre GRAN POETA.
Naciste en Chile, pero eres poeta de todas las patrias del mundo.

                                                                                                                       José G. Martínez Fernández



Biografía básica




Nació en 1904 en Parral con el nombre de Ricardo Neftalí Reyes Basoalto.
Su madre, Rosa Basoalto, murió de tuberculosis poco después de dar a luz, y su padre, conductor de un tren que cargaba piedra, José del Carmen Reyes Morales, se casó dos años después con Trinidad  Marverde, de quien Neruda escribiría: "Era una mujer dulce y diligente, tenía sentido del humor campesino y una bondad activa e infatigable". Para el niño fue su nueva madre como el hada buena; guió al muchacho con una solicitud incluso mayor que su auténtico padre, con quien, en su adolescencia, no tardaría en mantener graves disputas.
Para el poeta su madrastra sería la "Mamadre".
Neruda ingresa al Liceo de Hombres, donde cursa todos sus estudios hasta terminar el 6º año de humanidades en 1920.
El entorno natural de Temuco, sus bosques, lagos, ríos y montañas marcarán para siempre el mundo poético de Neruda.
En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia.
En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de versos: Crepusculario.
Alrededor de 1920, conoce a Gabriela Mistral, de cuyo encuentro recordará: «...ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí». Hacia 1921 y con diecisiete años de edad, comienza a firmar definitivamente sus trabajos con el seudónimo de Pablo Neruda, esencialmente con el propósito de evitar el malestar del padre por tener un hijo poeta.
En 1924 publicó su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. Posteriormente se manifiesta un propósito de renovación formal, de intención vanguardista, en tres breves libros publicados en 1926: El habitante y su esperanza, Anillos (en colaboración con Tomás Lago) y Tentativa del hombre infinito.
En 1927, comenzó su larga carrera diplomática siendo cónsul en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid.
En 1971, Pablo Neruda se convirtió en el tercer escritor latinoamericano y en el segundo chileno que obtenía el Premio Nobel de Literatura, pero su encumbramiento literario no le impidió continuar activamente en la defensa de los intereses chilenos. En Nueva York, aprovechando la reunión del Pen Club, denunció el bloqueo estadounidense contra Chile. Tras renunciar a su cargo de embajador en Francia, regresó a Santiago, donde fue multitudinariamente homenajeado en el Estadio Nacional.
En lo más alto de la fama y del reconocimiento también lo esperaban horas amargas. En 1973, el 11 de septiembre, fue sorprendido por el golpe militar contra el presidente Salvador Allende. Profundamente afectado por la nueva situación de su país, su salud se agrava y el 19 es trasladado de urgencia desde su casa de Isla Negra a Santiago, donde muere debido a un cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973.



LIBROS FUNDAMENTALES DE PABLO NERUDA  

(Publicados en vida)

Crepusculario (1923)
Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924)
Tentativa del hombre infinito (1926)
Anillos (1926)
El hondero entusiasta (1933)
El habitante y su esperanza (1926) 
Residencia en la tierra (1935)
España en el corazón (1937)
Tercera residencia (1947)
Canto general (1950)
Los versos del capitán (1952)
Todo el amor (1953)
Las uvas y el viento (1954)
Odas elementales (1954)
Nuevas odas elementales (1955)
Tercer libro de las odas (1957)
Estravagario (1958)
Cien sonetos de amor (1959)
Canción de gesta (1960)
Cantos ceremoniales (1961)
Memorial de Isla Negra (1964)
Arte de pájaros (1966)
Fulgor y muerte de Joaquín Murieta (1967)
La Barcarola (1967)
Las manos del día (1968)
Fin del mundo (1969)
Maremoto (1970)
La espada encendida (1970)
Las piedras del cielo (1970)
La rosa separada (1972)
Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena (1973)
Geografía de Pablo Neruda (1973)

Y otros.

LIBROS FUNDAMENTALES DE PABLO NERUDA

(Publicados después de su muerte)

Elegía (1974)
El corazón amarillo (1974)
Jardín de invierno (1974)
Confieso que he vivido (1974)
Libro de las preguntas (1974)
Cartas de amor de Pablo Neruda (1975)
Para nacer he nacido (1978)
Cartas a Laura (1978)
Poesías escogidas (1980)
El fin del viaje (1982)
Antología fundamental (1997)
Pablo Neruda, Prólogos (2000)
Pablo Neruda, Epistolario viajero ( 2004)

Y otros.




      Me gustas cuando callas porque estás como ausente, 
      y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. 
      Parece que los ojos se te hubieran volado 
      y parece que un beso te cerrara la boca. 

      Como todas las cosas están llenas de mi alma 
      emerges de las cosas, llena del alma mía. 
      Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
      y te pareces a la palabra melancolía. 

      Me gustas cuando callas y estás como distante. 
      Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. 
      Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: 
      déjame que me calle con el silencio tuyo. 

      Déjame que te hable también con tu silencio 
      claro como una lámpara, simple como un anillo. 
      Eres como la noche, callada y constelada. 
      Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. 

      Me gustas cuando callas porque estás como ausente. 
      Distante y dolorosa como si hubieras muerto. 
      Una palabra entonces, una sonrisa bastan. 
      Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.



        POEMA 20 
        Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
        Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, 
        y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 

        El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

        Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
        Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

        En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
        La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

        Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
        Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

        Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
        Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

        Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
        Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

        Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
        La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

        Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
        Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

        Como para acercarla mi mirada la busca. 
        Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

        La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
        Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

        Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
        Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

        De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
        Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

        Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
        Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

        Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
        Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

        Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
        y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


        HOY, QUE ES EL CUMPLEAÑOS DE MI HERMANA
        Hoy, que es el cumpleaños de mi hermana, no tengo 
        nada que darle, nada. No tengo nada, hermana. 
        Todo lo que poseo siempre lo llevo lejos. 
        A veces hasta mi alma me parece lejana.

        Pobre corrió una hoja amarilla de otoño 
        y cantor como un hilo de agua sobre una huerta:
        los dolores, tú sabes cómo me caen todos 
        como al camino caen todas las hojas muertas.

        Mis alegrías nunca las sabrás, hermanita, 
        y mi dolor es ése, no te las puedo dar:
        vinieron como pájaros a posarse en mi vida, 
        una palabra dura las haría volar.

        Pienso que también ellas me dejarán un día, 
        que me quedaré solo, como nunca lo estuve. 
        Tú lo sabes, hermana, la soledad me lleva 
        hacia el fin de la tierra como el viento a las nubes!

        Pero para qué es esto de pensamientos tristes! 
        A ti menos que a nadie debe afligir mi voz!
        Después de todo nada de esto que digo existe... 
        No vayas a contárselo a mi madre, por Dios!

        Uno no sabe cómo va hilvanando mentiras, 
        y uno dice por ellas, y ellas hablan por uno. 
        Piensa que tengo el alma toda llena de risas, 
        y no te engañarás, hermana, te lo juro.




    SAUDADE

    Saudade -Qué será?... yo no sé... lo he buscado 
    en unos diccionarios empolvados y antiguos 
    y en otros libros que no me han dado el significado 
    de esta dulce palabra de perfiles ambiguos.

    Dicen que azules son las montañas como ella, 
    que en ella se oscurecen los amores lejanos, 
    y un noble y buen amigo mío (y de las estrellas) 
    la nombra en un temblor de trenzas y de manos.

    Y hoy en Eca de Queiroz sin mirar la adivino, 
    su secreto se evade, su dulzura me obsede 
    como una mariposa de cuerpo extraño y fino 
    siempre lejos -tan lejos!- de mis tranquilas redes.

    Saudade... Oiga, vecino, sabe el significado
    de esta palabra blanca que como un pez se evade?
    No... Y me tiembla en la boca su temblor delicado.
    Saudade...

    ME PEINA EL VIENTO LOS CABELLOS
    Me peina el viento los cabellos 
    como una mano maternal:
    abro la puerta del recuerdo 
    y el pensamiento se me va.

    Son otras voces las que llevo, 
    es de otros labios mi cantar:
    hasta mi gruta de recuerdos 
    tiene una extraña claridad!

    Frutos de tierras extranjeras, 
    olas azules de otro mar, 
    amores de otros hombres, penas 
    que no me atrevo a recordar.

    Y el viento, el viento que me peina 
    como una mano maternal!

    Mi verdad se pierde en la noche:
    no tengo noche ni verdad!

    Tendido en medio del camino 
    deben pisarme para andar.

    Pasan por mí sus corazones 
    ebrios de vino y de soñar.

    Yo soy un puente inmóvil entre 
    tu corazón y la eternidad.

    Si me muriera de repente 
    no dejaría de cantar!



    YA SE FUE LA CIUDAD


    Cómo marcha el reloj sin darse prisa
    con tal seguridad que se come los años:
    los días son pequeñas y pasajeras uvas,
    los meses se destiñen descolgados del tiempo.

    Se va, se va el minuto hacia atrás, disparado
    por la más inmutable artillería
    y de pronto nos queda sólo un año para irnos,
    un mes, un día, y llega la muerte al calendario.

    Nadie pudo parar el agua que huye,
    no se detuvo con amor ni pensamiento,
    siguió, siguió corriendo entre el sol y los seres,
    y nos mató su estrofa pasajera.

    Hasta que al fin caemos en el tiempo, tendidos,
    y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,
    arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,
    ni polvo, ni palabra, y allí se queda todo
    y en la ciudad en donde no viviremos más
    se quedaron vacíos los trajes y el orgullo.

    VALS



    Yo toco el odio como pecho diurno,
    yo sin cesar, de ropa en ropa vengo
    durmiendo lejos.

    No soy, no sirvo, no conozco a nadie,
    no tengo armas de mar ni de madera,
    no vivo en esta casa.

    De noche y agua está mi boca llena.
    La duradera luna determina
    lo que no tengo.

    Lo que tengo está en medio de las olas.
    Un rayo de agua, un día para mí:
    un fondo férreo.

    No hay contramar, no hay escudo, no hay traje,
    no hay especial solución insondable,
    ni párpado vicioso.

    Vivo de pronto y otras veces sigo.
    Toco de pronto un rostro y me asesina.
    No tengo tiempo.

    No me busquéis entonces descorriendo
    el habitual hilo salvaje o la
    sangrienta enredadera.

    No me llaméis: mi ocupación es ésa.
    No preguntéis mi nombre ni mi estado.
    Dejadme en medio de mi propia luna,
    en mi terreno herido.

    UNIDAD



    Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,
    repitiendo su número, su señal idéntica.
    Cómo se nota que las piedras han tocado el tiempo,
    en su fina materia hay olor a edad,
    y el agua que trae el mar, de sal y sueño.

    Me rodea una misma cosa, un solo movimiento:
    el peso del mineral, la luz de la miel,
    se pegan al sonido de la palabra noche:
    la tinta del trigo, del marfil, del llanto,
    envejecidas, desteñidas, uniformes,
    se unen en torno a mí como paredes.

    Trabajo sordamente, girando sobre mí mismo,
    como el cuervo sobre la muerte, el cuervo de luto.
    Pienso, aislado en lo extremo de las estaciones,
    central, rodeado de geografía silenciosa:
    una temperatura parcial cae del cielo,
    un extremo imperio de confusas unidades
    se reúne rodeándome.

    TENGO MIEDO


    Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza
    del cielo se abre como una boca de muerto.
    Tiene mi corazón un llanto de princesa
    olvidada en el fondo de un palacio desierto.

    Tengo miedo -Y me siento tan cansado y pequeño
    que reflojo la tarde sin meditar en ella.
    (En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
    así como en el cielo no ha cabido una estrella.)

    Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
    y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
    ¡No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
    abandonada en medio de la tierra infinita!

    Se muere el universo de una calma agonía
    sin la fiesta del Sol o el crepúsculo verde.
    Agoniza Saturno como una pena mía,
    la Tierra es una fruta negra que el cielo muerde.

    Y por la vastedad del vacío van ciegas
    las nubes de la tarde, como barcas perdidas
    que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.

    Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.

    EL RÍO



    YO entré en Florencia. Era
    de noche. Temblé escuchando
    casi dormido lo que el dulce río
    me contaba. Yo no sé
    lo que dicen los cuadros ni los libros
    (no todos los cuadros ni todos los libros,
    sólo algunos),
    pero sé lo que dicen
    todos los ríos.
    Tienen el mismo idioma que yo tengo.
    En las tierras salvajes
    el Orinoco me habla
    y entiendo, entiendo
    historias que no puedo repetir.
    Hay secretos míos
    que el río se ha llevado,
    y lo que me pidió lo voy cumpliendo
    poco a poco en la tierra.
    Reconocí en la voz del Arno entonces
    viejas palabras que buscaban mi boca,
    como el que nunca conoció la miel
    y halla que reconoce su delicia.
    Así escuché las voces
    del río de Florencia,
    como si antes de ser me hubieran dicho
    lo que ahora escuchaba:
    sueños y pasos que me unían
    a la voz del río,
    seres en movimiento,
    golpes de luz en la historia,
    tercetos encendidos como lámparas.
    El pan y la sangre cantaban
    con la voz nocturna del agua.


    DÉJAME LAS MANOS SUELTAS...


    DÉJAME sueltas las manos
    y el corazón, déjame libre!
    Deja que mis dedos corran
    por los caminos de tu cuerpo.
    La pasión —sangre, fuego, besos—
    me incendia a llamaradas trémulas.
    Ay, tú no sabes lo que es esto!

    Es la tempestad de mis sentidos
    doblegando la selva sensible de mis nervios.
    Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!
    Es el incendio!
    Y estás aquí, mujer, como un madero intacto
    ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
    hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros!

    Déjame libre las manos
    y el corazón, déjame libre!
    Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!
    No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,
    es precipitación de furias,
    acercamiento de lo imposible,
    pero estás tú,
    estás para dármelo todo,
    y a darme lo que tienes a la tierra viniste—
    como yo para contenerte,
    y desearte,
    y recibirte!


      EL PÁJARO Y YO


        Me llamo pájaro Pablo,
        Ave de una sola pluma,
        Volador de sombra clara
        Y de claridad confusa,
        Las alas no se me ven,
        Los oídos me retumban
        Cuando paso entre los árboles
        O debajo de las tumbas
        Cual un funesto paraguas
        O como espada desnuda,
        Estirado como un arco
        O redondo como una uva,
        Vuelo y vuelo sin saber,
        Herido en la noche oscura,
        Quiénes me van a esperar,
        Quiénes no quieren mi canto,
        Quiénes me quieren morir,
        Quiénes no saben que llego
        Y no vendrán a vencerme,
        A sangrarme, a retorcerme
        O a besar mi traje roto
        Por el silbido del viento.

        Por eso vuelvo y me voy,
        Vuelo y no vuelo pero canto:
        Soy el pájaro furioso
        De la tempestad tranquila.



        Matilde, años o días
        dormidos, afiebrados,
        aquí o allá,
        clavando,
        rompiendo el espinazo,
        sangrando sangre verdadera,
        despertando tal vez
        o perdido, dormido:
        camas clínicas, ventanas extranjeras,
        vestidos blancos de las sigilosas,
        la torpeza en los pies.

        Luego estos viajes
        y el mío mar de nuevo:
        tu cabeza en la cabecera.

        Tus manos voladoras
        en la luz, en mi luz,
        sobre mi tierra.

        Fue tan bello vivir
        cuando vivías!

        El mundo es más azul y más terrestre
        de noche, cuando duermo
        enorme, adentro de tus breves manos.



      El viento en la isla

      El viento es un caballo: 
      óyelo cómo corre 
      por el mar, por el cielo. 

      Quiere llevarme: escucha 
      cómo recorre el mundo 
      para llevarme lejos. 

      Escóndeme en tus brazos 
      por esta noche sola, 
      mientras la lluvia rompe 
      contra el mar y la tierra 
      su boca innumerable. 

      Escucha como el viento 
      me llama galopando 
      para llevarme lejos. 

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    PALABRA ESCRITA. Revista de Poesía.
    Número 63. Julio de 2014.
    Director-fundador: José G. Martínez Fernández.
    Dirección: 
    Carlos Dittborn 0500, Block 55, Depto. 209.
    Ñuñoa-Santiago de Chile
    Teléfono: 09-91316993.
    Correo electrónico: josegonzalomartinezfernandez@hotmail.com
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    Publicación editada en Tacna, Perú.
    Tiraje de 1.000 (mil) ejemplares.

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